Las enanas marrones Gliese 229Ba y Gliese 229Bb orbitan muy cerca una de la otra, formando un raro sistema binario en la constelación de Lepus.

Nuevas observaciones revelan que Gliese 229B son dos enanas marrones

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En 1995, los astrónomos confirmaron por primera vez el descubrimiento de una enana marrón, un cuerpo celeste que es demasiado grande para ser considerado un planeta pero demasiado pequeño para ser una estrella. Sin embargo, los estudios recientes revelan que esta enana marrón, inicialmente llamada Gliese 229B, no está sola. Nuevas observaciones realizadas con telescopios en Chile y Hawái han revelado que en realidad se trata de un sistema binario, compuesto por dos enanas marrones que orbitan muy cerca la una de la otra alrededor de una pequeña estrella.

Estos dos cuerpos celestes, ahora denominados Gliese 229Ba y Gliese 229Bb, tienen masas de 38 y 34 veces la de Júpiter, respectivamente, el planeta más grande de nuestro sistema solar. Se encuentran a 19 años luz de distancia, en la constelación de Lepus, lo que es relativamente cerca en términos cósmicos. Las dos enanas marrones orbitan entre sí en un periodo de 12 días, a una distancia sorprendentemente corta de solo 16 veces la separación entre la Tierra y la Luna, lo que las convierte en una rara y valiosa observación astronómica. Solo se conoce otra pareja de enanas marrones que se encuentren tan próximas.

Las enanas marrones son objetos que se sitúan en un punto intermedio entre planetas y estrellas. Según Sam Whitebook, estudiante de postgrado en Caltech y uno de los autores de los estudios publicados en la revista Astrophysical Journal Letters, estas “aspirantes a estrellas” no tienen suficiente masa para mantener la fusión nuclear de hidrógeno en su núcleo, lo que las diferencia de las estrellas. No obstante, son lo suficientemente grandes para quemar deuterio, una forma pesada de hidrógeno, lo que las hace brillar de manera tenue mientras se enfrían con el tiempo.

El descubrimiento original de Gliese 229B en 1995 marcó un hito para la astronomía, un año en el que también se identificó el primer exoplaneta más allá de nuestro sistema solar. Antes de este hallazgo, la existencia de las enanas marrones era solo una hipótesis, lo que convierte a este sistema binario en un ejemplo crucial para entender estos enigmáticos cuerpos celestes que llenan el vacío entre los planetas y las estrellas.

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