En una remota región de China, un grupo de agricultores descubre reliquias mientras cava un pozo en medio de una sequía. Este descubrimiento casual, ocurrido en abril de 1974, desencadena una serie de eventos que llevarían al hallazgo de uno de los mayores tesoros arqueológicos del siglo XX: los guerreros de terracota.
El arqueólogo Zhao Kangmin recibe la llamada que cambiaría su vida y la historia de la arqueología china. Ante la noticia, su intuición lo lleva a sospechar que podría tratarse de algo extraordinario. Recordando relatos sobre figuras enterradas en la zona cercana a la ciudad de Xian, donde yace la tumba del primer emperador de China, Qin Shi Huang, Zhao decide investigar personalmente.
Lo que encuentra supera todas sus expectativas: un ejército de aproximadamente 8,000 guerreros de terracota, diseñados hace más de dos milenios para proteger al emperador en su vida después de la muerte. Este ejército, un auténtico espectáculo fantasmal con caballos y carros, permanecía oculto bajo tierra, desconocido para el mundo exterior.
Con una emoción desbordante, Zhao se apresura al lugar del hallazgo, donde se encuentra con fragmentos de estatuas dispersas. Reconoce de inmediato la importancia histórica de los restos y ordena detener cualquier trabajo adicional en el área. Tras recoger meticulosamente los fragmentos, comienza el arduo proceso de ensamblaje, revelando finalmente dos imponentes guerreros de terracota de casi dos metros de altura.
Este descubrimiento no solo arroja luz sobre la fascinante historia de China antigua, sino que también representa un hito en la arqueología mundial. Los guerreros de terracota, con su intrincada belleza y su sorprendente antigüedad, continúan asombrando al mundo y ofreciendo nuevas perspectivas sobre la grandeza y la complejidad de la civilización china.
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